6 jul 2009

Hay cosas que no se olvidan

Ni se perdonan. El sábado pasado en la Arena Coliseo dos de las dinastías más importantes de los encordados se volvieron a encontrar, Los Brazos y Los Villanos crearon un manicomio en el embudo de la calle de Perú.
En el marco de la función de aniversario de "Luchas 2000", el homenaje a Pierroth y la confrontación de la EMLL y el Toreo, se realizó un cuadrangular de parejas, por parte de la Empresa Mexicana de Lucha Libre, hoy CMLL, se presentaron José Luis Mendieta (Rambo) haciendo mancuerna con Mano Negra, además de Volador Sr. y Misterioso Sr.; por parte del Toreo se presentó Brazo de Plata y Brazo de Oro por un lado y por otro los Villanos IV y V, también conocido como Ray Mendoza Jr.
Los representantes del Toreo ganaron las dos semifinales sin demasiadas dificultades, cabe señalar que los ocho gladiadores tuvieron el reconocimiento del púbico asistente, pero la noche se la llevarían los míticos Villanos y los carismáticos Brazos

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Pronto se revivió el ritmo imperante en el desaparecido Toreo, las luchas en las que se jugaba algo más que el orgullo, los odios perennes, las ofensas imperdonables. Imposible fue dejar de recordar que los hijos de Ray Mendoza poseen, como uno de sus más preciados trofeos, las máscaras de la tercia de los Brazos, así se comprendió el pique, la violencia, el encono de los cuatro gladiadores en el escenario, golpes en las butacas, en el ring, en el piso, la gente entregada, algunos al famoso grito de "Porky", otros entregados al coro de "Villanos", difícil concentrarse en un sólo punto del ring o sus alrededores, Brazo de Plata sometiendo a Villano IV en las butacas, Villano V golpeando en el piso a Brazo de Oro.
Pronto nadie recordó la grata sensación de ver a ambas parejas llegar enmascaradas, difícil tomar la lucha como un simple evento conmemorativo, la sensación de observar la rivalidad del momento, el duelo esperado, el próximo gran evento se apoderó de los que observábamos.


El resultado, un empate ante el conteo de veinte segundo sin ningún gladiador sobre el cuadrilátero, no bastó el grito unánime de la gente para convencer al comisionado de que se ralizase una caída más, todos los ojos fijos en los retos, los insultos, el rencor, los golpes en los que se demostraba eso que pocas veces alcanzamos a ver en la actualidad, la pasió que despierta el estar rodeado de doce cuerdas sobre un ring.
Público agradecido, luchadores entregados, si llegasen a trascender los retos lanzados, no lo sabemos, sólo estamos seguros de que hay cosas que no se olvidan.

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